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otros datos sobre la producción de Maíz en el siglo XX.
Agronomía Tropical - El maíz: un rubro estratégico para la soberanía agroalimentaria de los venezolanos
Selección del Texto:
Historia del Maíz en
Venezuela:
Cuatro períodos de
poblamiento y dos grandes ejes migratorios influyeron en la conformación socio
cultural y productiva del territorio. Una tricotomía cultural fue considerada
en la agricultura, teniendo a la yuca y al maíz, Zea mays como los dos grandes
productos agrícolas del oriente y occidente de Venezuela, a los cuales se le
agregaría la papa en el sector alto de los andes.
La transición de una cultura
predadora de caza y pesca a un tipo de organización más compleja y estable
estuvo determinada por la introducción de la agricultura a través de la etnia
Arawak (Strauss, 1992).
Ese cambio en el patrón
cultural y demográfico estuvo determinado por la aparición del maíz, esto se
infiere por la presencia de manos y piedras de moler. Las evidencias más
antiguas en Venezuela ubican el maíz en Parmana, en el margen norte del Orinoco
(Mangelsdorf y Sanoja, 1965; Galinat, 1971; Van der Merwe et al., 1981).
Mangelsdorf y Sanoja (1965), también señalaron la presencia de restos
arqueológicos de maíz en un sitio conocido como el Tiestal en el estado Lara,
donde se encontraron fragmentos de mazorcas y granos identificados como una
forma temprana de la raza pollo. Estos restos de maíz carbonizados aparecen
inicialmente en la fase Corozal (800 años a. c. a 400 d. c.), continuando a
través de la fase Camoruco (400 a 1.500 d. c.). La presencia de esta especie en
la dieta de los pueblos prehispánicos del territorio venezolano es la
explicación de la modificación de sociedades primitivas muy simples a organizaciones sociales más
complejas.
La historia del territorio
venezolano no comienza en Macuro, punto geográfico al que llegó Colón en su
tercer viaje durante 1498, ella parte desde los inicios mismos del poblamiento
y significa la consideración de al menos 25.000 años, al incluir en la historia
la presencia del Homo sapiens en Venezuela (Strauss, 1992).
Cuatro períodos de
poblamiento y dos grandes ejes migratorios influyeron en la conformación socio
cultural y productiva del territorio. Una tricotomía cultural fue considerada
en la agricultura, teniendo a la yuca y al maíz, Zea mays como los dos grandes
productos agrícolas del oriente y occidente de Venezuela, a los cuales se le
agregaría la papa en el sector alto de los andes.
La transición de una cultura
predadora de caza y pesca a un tipo de organización más compleja y estable
estuvo determinada por la introducción de la agricultura a través de la etnia
Arawak (Strauss, 1992).
Ese cambio en el patrón
cultural y demográfico estuvo determinado por la aparición del maíz, esto se
infiere por la presencia de manos y piedras de moler. Las evidencias más
antiguas en Venezuela ubican el maíz en Parmana, en el margen norte del Orinoco
(Mangelsdorf y Sanoja, 1965; Galinat, 1971; Van der Merwe et al., 1981).
Mangelsdorf y Sanoja (1965), también señalaron la presencia de restos
arqueológicos de maíz en un sitio conocido como el Tiestal en el estado Lara,
donde se encontraron fragmentos de mazorcas y granos identificados como una
forma temprana de la raza pollo. Estos restos de maíz carbonizados aparecen
inicialmente en la fase Corozal (800 años a. c. a 400 d. c.), continuando a
través de la fase Camoruco (400 a 1.500 d. c.). La presencia de esta especie en
la dieta de los pueblos prehispánicos del territorio venezolano es la
explicación de la modificación de sociedades primitivas muy simples a
organizaciones sociales más complejas.
El maíz fue domesticado hace
aproximadamente 8.000 años en Mesoamérica (México y Guatemala). El ecosistema
donde se desarrollaron los primeros tipos de maíces fue estacional (inviernos
secos alternados con veranos lluviosos) y una altura de más de 1.500 m.s.n.m.;
estas características también describen el área principal ocupada por los
parientes más cercanos del maíz, el teocintle (Zea mays L. ssp. mexicana) y el
género Tripsacum (Zea mexicana Schrader Kuntze). Al contrario del trigo
(Triticum aestivum L.) y el arroz (Oryza sativa L.), el maíz ha dejado un
rastro oscurecido por su complejidad, ya que no existen formas intermedias
vivientes entre el maíz silvestre y las 50 variedades de maíz que han
evolucionado bajo la selección agrícola en México (McClintock et al., 1981),
las cuales en muchos casos aún son cultivadas allí.
El teocintle es
universalmente reconocido por ser el pariente más cercano del maíz; sin
embargo, lo que está poco claro es la exacta relación entre los dos. Las
teorías que tienen que ver con el papel del teocintle en el origen del maíz
varían de acuerdo a como se interpreta la evidencia existente. Muchos
investigadores concuerdan que cualquier construcción del origen del maíz debe
por lo menos contar con el teocintle. Todos reconocen que el teocintle ha
contribuido significativamente a la diversidad de variedades así como a la
naturaleza heterótica del maíz domesticado. El maíz de Venezuela se origina de
introducciones antiguas que tienen conexión con las razas mexicanas y centro americanas
Nal-Tel, Zapalote Chico, Tepecintle y Salvadoreño (McClintock et al., 1981).
La Venezuela del contacto
euro americano estaba poblada en su mayor parte por grupos caribes y arawakos (Figura 1). Para ese momento, el maíz era la
principal fuente de subsistencia y constituía el alimento básico, desempeñaba
un papel predominante en las creencias y ceremonias religiosas como elemento
decorativo de cerámicas, siendo además motivo de leyendas y tradiciones que
resaltan la importancia económica, agrícola y social de su cultivo. El maíz era
considerado casi como un Dios, rindiéndole culto y siendo objeto del folklore y
ritos religiosos que aún perduran en el gentilicio venezolano.

Los cronistas de la época
de la conquista y colonización española, informan la existencia de maíces de 3
y 4 formas y colores, los cuales eran cultivados por las etnias del valle del
río Barquisimeto (Oviedos, 1824). Gumilla (1791) en su obra “El Orinoco Ilustrado y Defendido”,
habla sobre la existencia de una singular especie de maíz que plantaron los
Otomacos, Guamos y Paos, al cual llaman Onona o maíz de los 2 meses.
Actualmente, este maíz es conocido como Aragüito, el cual forma parte de los 19
complejos germoplásmicos de Venezuela, descritos por Grant et al. (1965). En
estos complejos se cuenta con 1.164 entradas o muestras de maíz que se
conservan en el banco de germoplasma del INIACENIAP, Venezuela (Segovia et al.,
2003).
DE LAS RAZAS DE MAÍZ A LOS
CULTIVARES MEJORADOS
En todo el período colonial
hasta mediados de la década del 40 del siglo XX, se plantaban todos los tipos
de maíces descritos por Grant et al. (1965) en el territorio nacional (Figura 2),
siendo parte importante de la producción y de la dieta de los venezolanos.

La modernización del
cultivo del maíz comienza a partir del año 1939, con la incorporación de
cultivares mejorados desarrollados por investigadores del rubro. El germoplasma
base para el desarrollo de las nuevas variedades e híbridos provino de esos
cultivares locales y del intercambio de líneas con Colombia, México, América
Central y el Caribe.
De todo el material
introducido y colectado, el germoplasma que ha sido más utilizado tanto en
Venezuela como en el Caribe es el proveniente de las variedades de la raza
Tuxpeño, la Cubano Amarillo y la variedad ETO.
El programa de mejoramiento genético del
maíz en Venezuela se inició en el año 1939, bajo la dirección del Departamento
de Genética del Instituto Experimental de Agricultura y Zootecnia, dependencia
del Ministerio de Agricultura y Cría (MAC), situada en la Hacienda El Valle,
Distrito Federal. En las décadas del 40 y del 50 son obtenidas las primeras
variedades de polinización abierta y se inicia la producción de semilla de las
variedades Venezuela 1 grano amarillo y Venezuela 3 grano blanco (Figura 3),
bajo la dirección del investigador Langham; Sicarigua y Sicarigua mejorado” de grano blanco y Pajimaca de grano amarillo dulce, bajo
la dirección del investigador Obregón (Agudelo, 1976).
El desarrollo de híbridos se inicia en la década
del 50, cuando son puestos en el mercado de semillas los primeros híbridos de 3
líneas, Guaicaipuro, Mara y Tiuna (Obregón, 1959). En ese mismo período se
inicia la evaluación regional de cultivares de maíz, las cuales han continuado
hasta la fecha (Segovia y Alfaro, 2002). Durante las décadas del 60 y 70 (Figura 3) son liberados comercialmente los
primeros híbridos dobles o de 4 líneas, donde destaca el híbrido Obregón y el
Arichuna (Obregón, 1970), desarrollados por el Centro de Investigaciones
Agronómicas del MAC. La selección masal continuó usándose en el mejoramiento de
variedades, destacando el trabajo realizado en la variedad “Antigua grupo 2” y la variedad Criollo de Falcón
(Vega y Agudelo, 1972).
Hasta finales de la década del 50, la producción de
maíz estaba distribuida en todo el territorio nacional, siendo los estados de
mayor concentración de la producción: Guárico, Portuguesa, Zulia, Falcón,
Anzoátegui y Trujillo; no obstante, el aporte porcentual de cada uno de estos
estados no pasaba del 15 por ciento. En la década del 60 se inicia el “Plan del Maíz”, donde se incorpora
definitivamente el uso de la semilla mejorada, prácticas de fertilización y
mecanización en la producción del cultivo; sin embargo, la dispersión de la
producción continúa y los aportes porcentuales a la superficie cosechada de
cada estado aún no pasan del 15 por ciento.
El proceso de adopción de la tecnología fue lento,
pero, consistente y es en las décadas del 70 y el 80 cuando se percibe el
cambio en lo que respecta al uso de las tecnologías y la concentración de la
superficie cosechada en los estados llaneros (Guárico, Portuguesa y Barinas);
los estados Zulia, Trujillo y Falcón son desplazados como estados productores
de maíz. Esta situación se mantiene similar hasta la fecha actual,
adicionándose los estados Yaracuy y Bolívar.
Al revisar las estadísticas agropecuarias de
superficie cosechada, producción y rendimiento, se observa que en el año 1958
la superficie cosechada fue de 297.491 hectáreas, para una producción de
357.614 t y un rendimiento 1.200 kg ha-1; en el año 2005 la superficie
cosechada alcanzó la cifra de 640.066 hectáreas, la producción llegó a 2.200.000
t y el rendimiento a 3.300 kg ha-1. Los cambios significativos en esta serie en
lo que respecta a rendimiento se ubican en los siguientes años: en 1988 con
1925 kg ha-1, en 1994 con 2.999 kg ha-1 y en el año 2000 con 3.500 kg ha-1
(MAC-MAT, 2003; FEDEAGRO, 2009).
En el quinquenio de 1983-1987 se presentó una
expansión de la superficie cosechada, además de un incremento de los
rendimientos. Es en este período cuando se incorporan nuevos genotipos, tanto
del sector público como del sector privado, donde destacó el híbrido CENIAP
PB-8 (Bejarano et al., 1984), el cual significó un cambio cualitativo y
cuantitativo en lo que respecta a producción de semilla, producción de grano y
eficiencia molinera. Este híbrido abarcó aproximadamente el 80% de la
superficie nacional cosechada (Segovia et al., 1990).
Para 1988 todo el acervo científico-tecnológico
disponible se incorpora a la producción moderna del maíz, con la inclusión de
híbridos del sector público, privado nacional y transnacional. Adicionalmente,
las asociaciones de productores formadas en los estados Portuguesa, Guárico y
Bolívar comienzan a jugar un papel importante en la organización y gestión de
la producción. Es en este mismo año cuando se inicia la apertura comercial
agrícola, trayendo como consecuencia la ampliación de la oferta de material
híbrido proveniente de las transnacionales, todo ello tuvo repercusión en los
años sucesivos.