¿Pueden coexistir los
organismos genéticamente modificados (OGM) con las especies de las
cuales México es centro de origen, domesticación y diversificación
genética, como pregonan las empresas biotecnológicas y los activistas
tecnocientíficos pro ogm, incluyendo al asesor en ciencia y tecnología
desde la Presidencia de la República?
Las respuestas precautorias de los países que se enfrentan con la
misma problemática y que son centros de origen y diversificación de la
agrodiversidad refutan sus dichos. En México se ha documentado la
contaminación de los maíces y algodones nativos por ogm desde la década
pasada. La dispersión incontrolada y de contaminación se ubican
actualmente en la importación de OGM, transporte, repartición de maíces
en toda la república por los programas oficiales, campos de
experimentación y piloto y su introducción clandestina al país. Fuente
mayor de contaminación sería la siembra a cielo abierto de OGM si el
gobierno aprueba su siembra comercial.
Después de más de 30 años de producción con OGM en el mundo, no se
vislumbran ventajas comparativas importantes entre ellos y las semillas
convencionales, así que no conviene arriesgar nuestro alimento básico
con el último
invento de la agricultura industrial de la revolución verde.
La tecnología OGM es de alto impacto, de gran riesgo a la diversidad
biológica y salud humana. Su producción es una estrategia para el
control comercial del negocio de semillas y agroquímicos. Las
trasnacionales y sus activistas tecnocientíficos y políticos exageran
las bondades de esta tecnología resaltando sus cualidades alimenticias,
inocuidad ambiental y a la salud, la coexistencia con otros cultivos
mexicanos, mayor productividad, el combate al hambre, la autosuficiencia
alimentaria, la reducción de los plaguicidas y gases invernadero,
etcétera. Cada uno de estos temas ha sido refutado de manera sólida, con
estudios científicos integrales sobre sus consecuencias irreversibles
socioeconómicas, ambientales, a la salud animal y humana.
La biotecnología OGM como paradigma tecnológico es riesgosa y
totalitaria, ya que va directamente en contra de un principio
ético-científico de la reversibilidad y es cuestión de tiempo para que
los acervos genéticos domesticados en México fueran contaminados. Debido
al complicado proceso tecnocientífico, las semillas no pueden generarse
en las parcelas de los campesinos, y en cambio se somete a los
productores a la dependencia total a las empresas trasnacionales con el
apoyo de los programas de la Sagarpa. Es irreversible porque una vez
contaminadas las semillas mexicanas, sería prácticamente imposible
limpiarlas. Es ineficiente, porque no contempla la evolución entre las
llamadas plagas y las plantas útiles, en cuestión de tiempo, se generan
superplagas.
Para construir la sustentabilidad socioambiental del sistema
alimentario nacional hay opciones integrales distintas a la tecnología
ogm y los riesgos que implica. La fuerza social del México profundo está
en 1.7 millones de productores maiceros con menos de 10 hectáreas que
son los custodios estratégicos de la diversidad maicera y en general de
más de 200 especies del sistema alimentario mexicano. Lo que es
contrario al paradigma de la competitividad, distante al patrimonio
biocultural de los 199 pueblos indígenas, que son los domesticadores
centrales de una riqueza invaluable de un país pluricultural.
La propuesta del actual secretario de Agricultura de modernización
del campo es promover una ley que impulse la asociatividad en clusters productivos de 50-100 hectáreas con empresas que proporcionarían la tecnología necesaria. La
modernización tecnológicadel campo significaría sustituir los acervos campesinos e indígenas de semillas e introducir
la revolución verdea este sector. La segunda propuesta del secretario es acelerar el cambio jurídico y transformar en forma acelerada el régimen ejidal hacia propiedad privada.(2) Esa ley propiciaría la desaparición de 2 millones de campesinos e indígenas ya sea que vendan sus tierras o se integren a los clusters
(¿bio?)tecnológicos(¿trasnacionales?), con lo cual se desconocen las aportaciones y la gran riqueza, legado invaluable para México y la humanidad. Destruir este legado sería violar los derechos humanos al Patrimonio Biocultural de los pueblos indígenas y comunidades.
(1) Para leer más: Álvarez B y A. Piñeyro (coords). 2013. El maíz en peligro ante los transgénico s. UNAM, UCCS, UV.
(2) Sagarpa. Secretario Enrique Martínez Martínez de la Sagarpa. Boletín de prensa, 14 de enero de 2014.
* E. Boege es profesor-investigador emérito del INAH, SNI desde 1988. Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad